lunes, 28 de diciembre de 2009


Una vez una persona muy especial me regaló un CD de tango...lo curioso era que no era de tango; decía "Tango Bizarro", la verdad en el momento no le puse atención hasta que me dediqué a escucharlo, no sé sí era bizarro por los intrumentos, por la caratúla...tal vez era la melodía y sus reacciones. O la temperatura del día que lo escuché, pero no, estamos en Bogotá y de noche no hace calor, la noche bogotana es una mezcla molesta donde no hay ritmos, y sí los hay son tantos que el mismo sonido anula el ambiente. La neutralidad es buena pero cuando hay luces artificiales de colores que te ahogan la noche...quieres una compañía sonora, coherente, viva.

Puse el CD y lo escuché hasta que el sonido se tornara intenso y no me dejara seguir las estrechas melodías de los violines...chillaban al paso unos tacones desgastados y negros, hacía gráfica en el piso de madera que ya estaba traginado por el mal uso de ése bar mental que todos nos hacemos cuando tenemos movimiento y cero compañía. Pensé en el término de la palabra "bizarra" en un CD de tango y antes de mecionar "bizarro" ya estamos degustando las delirantes medias de malla que úsamos als mujeres que lo bailamos, el impactante rojo que lleva alguna parte del cuerpo...o no se sabe sí la mirada penetrante y fría al intercambiar pasos...no se sabe, no se sabe sí es el aroma de las piernas femeninas al entrelazarse con las masculinas, no se sabe sí es el sabor que deja el aire al ser golpeado con los cuerpos danzantes o la facilidad del espectador al imaginarse dirigir un paso de tango...ha pasado un año y no lo sé, la últma vez que bailé tango recién me habían regalado el CD, sólo sé que dan ganas de llegar al infierno a punta de milongas y rosas...un whisky para los caballeros, y para nosotras...muchos cigarrillos.